¿Participan las familias en la educación?

La participación de las familias en las escuelas disminuye a medida que pasan las etapas escolares. Así es, la escuela cuenta mucho más con la participación de padres y madres cuando los niños son pequeños, y ellos se introducen más en el ambiente escolar. No tenemos más que fijarnos en los cursos de preescolar, donde padres y madres, incluso otros familiares, participan en las actividades que se realizan de manera conjunta, disfraces de carnaval, colaboración y ayuda para organización de visitas, o funciones escolares.
En cursos más avanzados, como primaria, los padres intervienen mucho menos en la elaboración y ayuda en la escuela. Ni hablamos de cursos de educación superior como la ESO, donde los padres están prácticamente fuera de la vida escolar, sin tener posibilidad apenas de conciliar ayuda de forma explícita con los centros educativos.



En vista de esto, ¿se podría considerar que los centros de educación secundaria deberían exigir más la cooperación de las familias para intervenir de una manera colaborativa y así llegar a un fin común?

Desde el portal Educaweb, en un artículo sobre cómo potenciar la participación de la familia en la escuela, y a su vez esa corresponsabilidad, que "la participación activa de los padres y madres en el entorno educativo favorece una mayor autoestima de los niños y jóvenes, un mejor rendimiento escolar,mejores relaciones entre progenitores e hijos y sobre todo, una actitud más positiva de los padres hacia la escuela."[1]

Bien es cierto que ante la llegada de las nuevas tecnologías, es fácil comunicarse con padres o tutores de los alumnos para tener una participación activa en actividades y el conocimiento de los ejercicios y puestas en común que se llevan a cabo en clase.
Entrando en un ejemplo práctico concreto, al tratar de temas como la asertividad, la igualdad entre compañeros o el respeto hacia el otro, si partimos de la educación de casa y el apoyo que se de a este tipo de hábitos en el ambiente personal y familiar, ayuda mucho más a asimilar ese tipo de aprendizajes, además de encontrarle un sentido útil y una aplicación.

El fin último de esto sería la responsabilidad compartida entre padres y padres, que a fin de cuentas son los primeros educadores propiamente dichos que un niño conoce, y estaremos de acuerdo en que todos los hábitos y manías se adquieren. Si partimos de unos valores que se amplian y se comentan en casa, potenciamos la comunicación de los chavales con los padres y les inculcamos un espíritu crítico y la expresión personal de sensaciones e ideas.

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