Mediación en las aulas, ¿error o acierto?

Hace unos días, nos planteamos de manera comparativa una especie de análisis entre los diferentes sistemas educativos en el mundo. Como broche de oro de esta actividad, realizamos una puesta en común de los aspectos más relevantes e influyentes en el sistema educativo que conocemos de primera mano.

El tema a tratar, en mi caso, fue la mediación en las aulas y el papel de las humanidades.
Para abordar este tema, primero habría que preguntarse si hablamos de la figura del tutor como mediador, si por el contrario preferimos abordar la función de los padres, o si preferimos compaginar ambos referentes. 



Una vez esto claro, ¿sería influyente el estudio de las humanidades para el mundo laboral de hoy en día? Y más importante aún, ¿sería la clave de una posible mejor mediación y empatía con el alumnado tener una cierta formación en humanidades?
Pues bien, ante un tema del que todo el mundo cree tener la clave absoluta, estaría bien empezar indicando que todo, y más en educación, es de carácter subjetivo. Me explico:

Ante una puesta en común con un grupo de futuros docentes, las opiniones, como era de esperar, fueron variopintas. Los hay que abogan por un tratamiento exclusivo del alumno como tal, dejando al margen cualquier posible situación personal y lo que ello conlleva; otros, al contrario, comprenden que un alumno es, ante todo, una persona, él y sus circunstancias como diría Ortega y Gasset. 

Bajo mi punto de vista, el docente no es sólo la figura de autoridad que te explica los conceptos básicos, y no tan básicos, de su asignatura, sino una persona modelo que influencia a un grupo de adolescentes, y que puede también servir de apoyo, de mediador de conflictos del aula, y de nexo entre los padres y sus propios hijos en situaciones que merecen de su intervención. Un profesor es mitad docente, mitad psicólogo, y es muy posiblemente la persona con la que más tiempo pasen algunos de sus alumnos. De ese modo, no podemos olvidar que la importancia de la empatía y la inteligencia emocional es vital en el aula.

Por otro lado, actualmente la formación en humanidades está altamente demandada en empresas, debido a las competencias especializadas no tan teóricas que ayudan a forjar ciertos perfiles laborales. Arquitectos formados en historia y política, médicos empáticos, ingenieros creativos o docentes con alta inteligencia emocional contribuyen a las claves de un éxito asegurado. Y con ello planteamos una pregunta importante: 

¿Es un docente más empático y más cercano a los alumnos dependiendo de la especialidad a la que pertenezca?


Si preguntamos a los alumnos podrán respondernos mejor que nosotros, pero en la tónica general y en base a la dinámica distinta de explicación de algunas materias, se cree que los profesores de humanidades potencian más ese carácter cercano con los alumnos, mientras que los profesores de materias más técnicas se centran más en la impartición de su asignatura de manera teórica o práctica. Esto, como muchas otras cosas, es una generalización. No obstante, es cierto que la forma de impartir una materia permite desarrollar más o menos contacto directo con el alumno.

Así, para mi, la mediación de la figura del tutor en un ámbito escolar es imprescindible para evitar conflictos y acrecentar problemas que surgen, del mismo modo que realza su función de nexo con los padres. De la misma manera, los docentes formados en humanidades tienen más competencias para desarrollar esa función en el marco afectivo-social de las aulas.

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